5-1-2014

Me creía despierto y seguía en otro de esos sueños recurrentes en los que camino hacia atrás, igual que un cangrejo, sin usar las piernas e impulsándome con los brazos y las manos. Vuelvo a desvelarme. Ligero como una pluma. Empiezo a flotar y no dejo de elevarme. Una sensación de angustia me invade todo el cuerpo. ¿Sueño? ¡Claro, sólo se puede flotar en los sueños y películas, o en otros satélites y planetas! ¿Y tú, quién eres, metomentodo, no ves que estoy soñando? YO soy TÚ. Izquierdo Zurdo Zocato. Se hace la oscuridad. Un segundo, un minuto, una hora, un mes, un año, una eternidad. ¿Quién lo sabe? Vuelve a clarear, despabilo otra vez. Voy por algún edificio en construcción. Enorme mole de hormigón, muy alto, con muchas plantas y sin ascensores. En cada planta hay muchas puertas, habitaciones, salas vacías y largos pasillos sin gentes. No consigo salir del áspero y grisáceo edifico. De repente, la oscuridad. Entro en pánico y despierto soñando. Amanece. Un nuevo día. La última ensoñación me ha dejado con la amarga sensación de haber vivido una auténtica pesadilla. Sueño, realidad. ¿Quién lo sabe?