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miércoles, 4 de noviembre de 2015

El viejo y destartalado montacargas

Haciendo limpieza de una habitación me he encontarado una libreta en la que tenía anotado este sueño sin fecha y que ya tenía olvidado: "Me adentro en un ascensor que mas bien parece un montacargas por lo grande que es, pulso el botón de la planta dieciséis. No me causa buena impresión. Está destartalado, temo que se pare o que se desmonte en cualquier momento. Sin embargo funciona. Contra todo pronóstico y, pese a los crujidos, el viejo montacargas sigue subiendo pisos a buen ritmo. De repente me llevo la manos a los bolsillos, ¡y cosa rara!, me doy cuenta de que llevo puesto un bañador. Busco las llaves  y no las encuentro. Desespero y despierto alterado. Está oscuro. Vuelvo a palparme los bolsillos y no llevo ni bolsillos ni bañador. Estoy tumbado en la cama. Me levanto, enciendo la luz y miro la hora. Las tres de la madrugada. Voy a mear, vuelvo a la habitación y me acuesto de nuevo."

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